Los cielos de Berlín son así de pálidos; de un blanco borroso,
como de pared vieja en un edificio de varias plantas. Incontaminados.
Bastardos. De una confusión esclarecedora siempre. Claro que todo depende de la
estación en la que te encuentres. Y, por descontado, del momento del día. En
ocasiones, hasta es posible ver desfilar las horas cambiantes en nubes de
seda, algodón o lana atropelladamente, deshilachándose sus hebras sin rumbo
cierto; mientras los árboles escalan esos mismos cielos engañosos tan aprisa
que resulta forzoso cobijarse bajo su sombra desertora; languidecer de puro
deleite.
Tomado de la bitácora Sueños en la memoria
Gemma Pellicer (Barcelona, 1972) es licenciada en Filología Hispánica y Periodismo. Ha cultivado la crítica literaria en diarios y revistas como Avui y Quimera. En colaboración con Fernando Valls ha publicado la antología Siglo XXI (Menoscuarto, 2010). Sus micros figuran también en la antología Mar de pirañas (Menoscuarto, 2012) y La danza de las horas (Eclipsados, Zaragoza 2012). Trabaja como editora y correctora.
¡Qué bonito!
ResponderEliminarAbrazos
he vuelto a ver el cielo de Berlín.
ResponderEliminarMuy hermoso
Un bellezón.
ResponderEliminarAbrazos madrileños para las dos.
Hermoso, muy sugerente, sólo extraño a Win Wenders.
ResponderEliminarBesos besos
(perdón, me salió desde la otra dirección)
ResponderEliminarHermoso texto que se va deshilachando en la mente del lector como esas nubes de seda. Me encantó.
ResponderEliminarCariños,
Mariángeles
Gracias a todos y besos!
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