Sonó el
timbre y ella fue a abrir la puerta. Era su marido.
-¡Ayyyy! -gritó ella- ¡pero si vos
estás muerto!
Él sonrió, entró y cerró la puerta.
Se la llevó al dormitorio mientras ella seguía gritando, la puso en la cama, le
sacó la ropa e hicieron el amor. Una vez. Dos veces. Tres. Una semana entera,
mañana, tarde y noche haciendo el amor divina, maravillosa, estupendamente.
Sonó el timbre y ella fue a abrir la
puerta. Era la vecina.
-¡Ayyyyy! -gritó la vecina- ¡pero si
vos estás muerta! -y se desmayó.
Ella se dio cuenta de que hacía una
semana que no se levantaba de la cama para nada, ni para comer ni para ir al
baño. Se dio vuelta y ahí estaba su marido, en la puerta del dormitorio:
-¿Vamos yendo, querida? -dijo y
sonreía.
Eros y Afrodita en la Minificción. Antóloga: Dina Grijalva. Ficticia Editorial, México, 2016
Una maestra, sin duda.
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