Por las
noches, tomaba su sucio gabán y sus zapatos rotos y se dirigía a los barrios de
mala muerte, a pasear su borrachera.
Por las
noches, hablaba de tú a tú a los desconocidos, sabiendo por anticipado que no
le iban a contestar (esa era su liberalidad, su última forma de ser generoso).
Por las
noches, se sentaba en el suelo, cantaba a pleno pulmón, se rascaba las partes
pudendas, escupía sin apuntar, tosía con la boca abierta.
Por las
noches, era él, o era otro, ya no sabía (tal era el grado de su intoxicación
etílica).
Por la
mañana, volvía a ser el de todos los días por la mañana: Juan Carlos de la
Higuera, siempre decente, a quienes todos hablaban de usted y medían de abajo a
arriba, calculando el don inminente, la próxima dádiva, otorgada desde la
incertidumbre de saber que eres lo que das y te quieren por lo que esperan
recibir de ti. Y ni un milímetro más.
Microrrelato tomado del muro de Facebook de su autor
José Luis Trullo
Titulado en
Filología, llevo más de veinte años trabajando como editor independiente,
redactor, traductor y colaborador en prensa y revistas de toda España.
Actualmente,
soy editor en Libros al Albur.
Licenciado en
Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona.
Blogs
que gestiona: www.objetivosmanuales.com,
www.dbibliofilia.com, www.biblias.com.es, www.uroboro.es, www.elaforista.es,
www.microfilias.org
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Somos uno y muchos. Y a veces ni nos reconocemos.
ResponderEliminarAbrazos.