La suicida - Camila Bordamalo García

¿Ahorcarse?... no, porque sería muy patético para el que la encontrara. ¿Lanzarse por la ventana?... tampoco, porque existía el riesgo de quedar viva y eso sería peor. ¿Pastillas?... menos, porque de pronto llegaba algún imbécil y la salvaba. ¿Cianuro?... no era fácil conseguirlo y menos para ella, que no conocía a nadie. ¿Cortarse las venas?... no, porque no merecía una muerte tan larga; quería algo rápido y sin dolor. ¿Pegarse un tiro?... tendría que conseguir un arma y, además, no sería capaz de apretar el gatillo.
La única forma de matarse, aunque lenta, era lo que había hecho siempre: levantarse e irse al trabajo. Y eso fue lo que hizo: al otro día abrió los ojos; vio la luz y, aunque habría preferido que no amaneciera jamás, se levantó, se bañó y se fue a trabajar.

  



De la revista e-Kuóreo

Administran: GUILLERMO BUSTAMANTE ZAMUDIO,  HENRY FICHER  y HAROLD KREMER



Camila Bordamalo García. Página web acá






2 comentarios:

  1. ¿Somos suicidas cotidianos entonces? Como el resto de nosotros, la inmortalidad me alcanza en la herencia de nuestras costumbres.

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