Bueno, sí, para qué
engañarnos, llegué tarde. Nunca aprendí ni de fechas, ni horarios. Siempre he
sido algo... iconoclasta en esos aspectos. Tanto, que la gente se sorprendió
cuando corriendo, tuve que meterme apresuradamente en el ataúd. «Si ya sabía yo
que hasta llegarías tarde a tu propio entierro», escuché de la boca de mi madre
antes de que cerraran la tapa.
William Fleming. Microtentaciones. Bocados de realidad
minúscula.
William E. Fleming, biografía literaria, acá
William E. Fleming, biografía literaria, acá
¡Muy bueno!
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