Siendo
niña, su padrastro le hizo conocer el primer dinosaurio. De jovencita, odiaba
los ridículos animalejos que la acosaban.
Esta
vez decidió que sería el último. El cuchillo era grande y afilado. Fue
necesario un solo corte. El hombre, con los ojos desorbitados por el dolor y el
ultraje no entendió la sonrisa.
En
lo que a ella concernía, los dinosaurios eran una especie en extinción.
Excelente!
ResponderEliminarMuy, muy bueno!
ResponderEliminarFabuloso. Y sin sangre.
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