Es un oficio muy antiguo, no hay
documentos que den cuenta de sus orígenes. Uno de sus máximos referentes fue la
italiana Margherita Di Rosso; realizaba sus remiendos tan perfectamente
invisibles que en 1615 fue declarada hereje y condenada a la hoguera, pero
nunca la encontraron.
En nuestro país se popularizó
después de la Segunda Guerra Mundial con la ola inmigratoria. Las obreras
ofrecían sus servicios con pequeños carteles que pegaban en árboles y postes de
luz. Para realizar el trabajo utilizaban un huevo de madera con cabo y una
aguja especial unidos a través de un cordón. Las novatas lo hacían, hasta
alcanzar la jerarquía de expertas, con
una bombilla eléctrica y una aguja común.
En la actualidad se lo considera
un arte extinto debido al avance de la industria textil. Dice el saber popular
que quedan algunas e incluso que cosen corazones rotos. Yo convivo con una de
ellas, aunque no la veo, sé que está aquí. Si usted, señorita, necesita de sus
servicios no dude en llamarme.
Aldo Altamirano nació en Mendoza,
Argentina, donde vive actualmente. Es Docente del Nivel Primario y
Universitario y se desempeña como Profesor de Pedagogía y Práctica Profesional
del Nivel Superior. La docencia y la escritura son sus pasiones. Comenzó a escribir
cuentos y microcuentos para sus alumnos de primaria y ha publicado en distintas
antologías y revistas locales.
Me encantó.
ResponderEliminar