Era marino y se parecía a Conan, el
Bárbaro. Yo estaba en paro. Con el finiquito me fui a Ámsterdam con mi amiga
Marcia. No éramos de esas amigas que hablan sin parar de sus cosas. Nos gustaba
beber juntas y ligar por separado.
No recuerdo su nombre. Lo
cierto es que no llegué a entenderlo, aunque se lo pregunté varias veces. Creo
que era alemán. Hablaba un inglés macarrónico y entendí que estaba separado,
que vivía en Sidney y que le gustaría vivir en Costa Rica.
Marcia y yo habíamos
tomado la penúltima en el bar de nuestro hotelucho, junto al puerto. Él estaba
en la otra punta de la barra y sólo se dirigió a mí cuando ya nos retirábamos
tambaleantes a nuestra asquerosa habitación. La suya no era mejor, pero me
sentía a gusto con aquel bárbaro. Pensé que en sus enormes maletas cabrían mis
cuatro cosas, incluso yo misma. Vi un osito de peluche muy viejo encima de una
de ellas. Por la mañana me dijo que debía irme, y ya junto la puerta supe que
eran vanas mis ilusiones de que, al menos, me regalara el osito.
(La novia parapente)
De la revista e-Kuóreo
Administran: GUILLERMO BUSTAMANTE ZAMUDIO, HENRY FICHER y HAROLD KREMER
CRISTINA GRANDE, página Wikipedia acá
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